
Sabemos que los productos frescos son esenciales para una dieta saludable, pero las frutas, verduras y hierbas suelen perecer rápidamente si no se consumen a tiempo. Esto se debe a que, incluso después de ser cosechados, los productos vegetales vivos continúan con sus procesos biológicos.
Después de la cosecha, los productos siguen respirando, es decir, produciendo energía a partir de carbohidratos, proteínas y grasas almacenadas, liberando dióxido de carbono y vapor de agua. ¿Has encontrado alguna vez una papa germinada en tu despensa? Esto ilustra cómo estos procesos continúan incluso fuera del campo.
Además, los productos frescos son vulnerables a varios microbios, algunos inofensivos y otros patógenos que pueden causar enfermedades. Simplemente guardar los productos en el refrigerador no resolverá todos los problemas, ya que diferentes tipos de plantas reaccionan de manera distinta según cómo se almacenen. Entonces, ¿cómo podemos combatir el desperdicio de alimentos y mantener los productos frescos por más tiempo? Afortunadamente, existen algunos consejos útiles.
La frescura y calidad de los productos comienzan en la finca. Los agricultores intentan cosechar en condiciones óptimas, pero tanto los factores previos como posteriores a la cosecha afectan la frescura y calidad de los productos antes de que los compremos.
- Factores previos a la cosecha: Incluyen condiciones climáticas, tipo de suelo y disponibilidad de agua.
- Factores poscosecha: Incluyen lavado y limpieza después de la cosecha, transporte y distribución, procesamiento, envasado y almacenamiento.
Como consumidores, no podemos controlar estos factores directamente, pero podemos estar atentos a ciertos aspectos una vez que llevamos los productos a casa.
Es crucial evitar productos magullados, heridos o dañados, ya que estos pueden acelerar la descomposición de las frutas y verduras. La pérdida de humedad a través de la piel dañada acelera el deterioro y facilita la entrada de microbios perjudiciales.
No es necesario lavar los productos antes de guardarlos. Muchos ya han sido lavados comercialmente. Si lavas tus productos y no los secas completamente, la humedad adicional podría acelerar su deterioro en el refrigerador. Sin embargo, lavar los productos justo antes de usarlos es importante para eliminar la suciedad y los patógenos.
Evita el uso de vinagre o bicarbonato de sodio en el agua de lavado, a pesar de lo que puedas ver en las redes sociales. Estudios indican que el vinagre no reduce la carga microbiana en los productos frescos y el bicarbonato de sodio no es recomendable para uso doméstico.
El tipo correcto de embalaje y la ubicación adecuada son esenciales. Las tres opciones principales de almacenamiento son en la encimera, en el refrigerador o en un «lugar fresco, seco y oscuro», como la despensa.
Productos que deben almacenarse en la despensa:
- Plátanos, cebollas, ajos, papas, boniatos y calabazas enteras.
Evita almacenar papas y cebollas juntas: las cebollas emiten etileno, un gas que acelera la maduración y descomposición de las papas, mientras que la alta humedad de las papas puede estropear las cebollas.
Productos que deben almacenarse en el refrigerador:
- Verduras de hojas verdes, zanahorias, pepinos, coliflor y brócoli. Pueden colocarse en bolsas de plástico perforadas para retener la humedad y permitir el flujo de aire, pero no en bolsas completamente selladas.
Frutas que deben refrigerarse:
- Manzanas y cítricos como naranjas pueden mantenerse frescas por más tiempo en el refrigerador. Sin embargo, no guardes sandías en el refrigerador por más de tres días, ya que perderán su sabor y color.
Hierbas y algunas verduras de hoja:
- El apio, cebolletas y espárragos se pueden conservar con los tallos en agua para mantenerlos crujientes. Manténlos en un área bien ventilada y lejos de la luz solar directa.
Consejos Adicionales para Reducir el Desperdicio de Alimentos
- Compra en pequeñas cantidades para no preocuparte por mantenerlos frescos.
- Evita productos magullados, heridos o dañados si planeas conservarlos por más de un día.
- «Procesa» tus verduras para guardarlas: considera convertir el producto en algo que pueda conservarse por más tiempo, como puré de plátano elaborado con plátanos muy maduros.
- Congela, escalde, fermente y enlata: estas técnicas pueden ayudar a conservar la mayoría de las verduras.
- Considera el sellado al vacío: puede mantener las verduras y bayas frescas por más tiempo.
- Mantén un registro: organiza tu refrigerador de manera que puedas ver los productos fácilmente y úsalos todos antes de que pierdan frescura.
- Experimenta con trucos de almacenamiento: las redes sociales están llenas de consejos sobre la mejor manera de almacenar productos.
- Cultiva tus propias hierbas: si es posible, tener hierbas en macetas puede ayudarte a mantenerlas frescas y reducir el desperdicio.
Siguiendo estos consejos, puedes prolongar la vida útil de tus productos frescos y contribuir a la reducción del desperdicio de alimentos.