
Noland Arbaugh se convirtió en enero de 2024 en el primer paciente de Neuralink, la compañía fundada por Elon Musk. Desde sus inicios, esta empresa ha tenido un objetivo claro: desarrollar implantes cerebrales que transformen la vida de las personas. A comienzos de este año, finalmente lograron cumplir esa meta.
La historia de Noland comenzó con un trágico y misterioso accidente en 2016. Él mismo no recuerda cómo sucedió, pero después de un chapuzón con amigos en un lago, despertó inconsciente y sin poder moverse. Tras varias intervenciones en un hospital cercano, se confirmó una dislocación de columna y parálisis de cuello para abajo irreversible.
Con solo 22 años, Noland tuvo que adaptarse a una vida en una silla de ruedas permanente. Para moverse, dependía de sus pulmones, soplando por un tubo. Su única forma de interactuar con la tecnología era usando un palo que movía con la boca para tocar, con gran dificultad, la pantalla de su iPad.
La vida de Noland dio un giro radical cuando en septiembre de 2023 recibió una llamada de un antiguo amigo. Este le informó que Neuralink estaba buscando a su primer paciente humano para probar su implante cerebral. Aunque nunca había oído hablar de la empresa, Noland se interesó de inmediato al saber que prometían una interfaz cerebro-ordenador para controlar dispositivos con la mente.
La compañía de Musk respondió en menos de 24 horas, confirmando su interés en realizarle una serie de pruebas. Tras varios viajes al Instituto Neurológico de Barrow, en Phoenix, se decidió que Noland Arbaugh sería el primer paciente de Neuralink.
«Me permite controlar mi ordenador con la mente»
En enero de 2024, Noland entró al quirófano durante dos horas. Los cirujanos abrieron un hueco en su cráneo para insertar el implante de Neuralink, del tamaño de una moneda, con varios cables para enviar impulsos eléctricos a zonas específicas del cerebro. Este dispositivo recopila la información enviada por las neuronas, utilizando un software basado en inteligencia artificial para traducir estos patrones neuronales en acciones en una interfaz de ordenador.
Noland domino el implante en pocos días, aprendiendo a mover el cursor de su ordenador con solo pensar. «Me ha cambiado la vida», comentaba al equipo de Neuralink cuando visitaron su casa para verificar su progreso. Ya no necesitaba un palo para tocar la pantalla de su iPad; ahora podía usar su mente para navegar por internet, comprar en línea e incluso jugar. «Puedo jugar al ajedrez mientras hablo con otra persona».
El sistema era tan preciso que le permitía jugar a Civilization de Sid Meier, su juego de estrategia por turnos favorito. «Parecía que había desarrollado un superpoder». Sin embargo, su alegría se vio empañada por una mala noticia al poco tiempo de usar el implante durante 12 horas diarias.
El primer fallo de Neuralink en humanos
Un mes después de la operación, Noland notó un retraso entre sus pensamientos y la ejecución de acciones en su ordenador. El sistema fallaba, no era tan preciso ni rápido como al principio. Tras varias pruebas, el equipo determinó que los cables del implante se estaban moviendo y desprendiendo de su ubicación inicial, lo que hacía más lento el procesamiento de la información y reducía su capacidad.
Aunque Neuralink no hizo comentarios al respecto, se cree que el problema radica en la diferencia entre el tamaño y los movimientos del cerebro animal y el humano. Afortunadamente, tras algunos ajustes por parte de los ingenieros, todo volvió a la normalidad. De hecho, Noland pudo batir récords de tiempo y capacidades después del problema y su solución.
«Me gustaría actualizar mi Neuralink»
Hoy en día, Noland sigue disfrutando de su implante cerebral y tiene como objetivo cumplir un año con él antes de decidir si lo mantiene o lo retira. Sin embargo, no parece dispuesto a prescindir de él y bromea con la posibilidad de actualizar a la siguiente versión cuando esté disponible. «Con suerte, me pondrán en la lista corta».
La vida de Noland ha cambiado tanto que ha pasado de escuchar audiolibros a querer ganarse la vida gracias a su implante. Su objetivo es permitir que su hermano, quien ha cuidado de él durante 8 años, pueda tener una vida propia y comprarle una casa. Aunque aún no sabe cómo generar estos ingresos, espera que su fama como el primer cyborg humano le abra nuevas oportunidades.