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Siria Un Retrato de Contradicciones en Tiempos de Transformación

Siria Un Retrato de Contradicciones en Tiempos de Transformación

El regreso de Lina Sinjab, corresponsal de la BBC en Oriente Medio, a su tierra natal, Siria, después de años de ausencia, revela un panorama complejo marcado por profundas contradicciones. En su relato, Sinjab nos lleva a través de un viaje por un país que, a primera vista, parece inmutable, pero que en realidad está en medio de una transformación profunda, moldeada por la devastadora guerra civil que ha asolado la nación durante más de una década.

Al adentrarse en Siria, Sinjab se encuentra con una escena familiar: las montañas, los robles y los omnipresentes carteles del presidente Bashar al Asad, recordándole la persistencia del régimen en el poder. Sin embargo, la composición de las multitudes que llegan al país refleja una realidad diferente: en su mayoría son turistas religiosos del Líbano e Irak, una señal de cómo la guerra ha transformado la demografía y la dinámica social de la nación.

Los controles en las carreteras son una sombría recordatorio de los riesgos que enfrentan aquellos que expresan opiniones divergentes al régimen. La desaparición de personas que han criticado al gobierno o han mostrado simpatía hacia la oposición es una realidad palpable, evidenciando la persistencia de la represión en la Siria de al Asad.

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La Siria contemporánea es un país de contrastes agudos. Aunque la estructura política sigue siendo dominada por el régimen, la agenda ha cambiado considerablemente. La economía, no la política, se ha convertido en la principal preocupación del gobierno. Este cambio de enfoque se refleja en la oscuridad que envuelve a Damasco de noche, incluso en los barrios más prósperos, y en la escasez generalizada de bienes básicos, que obliga a los ciudadanos a hacer largas colas para obtener alimentos y combustible subsidiados.

A pesar de las dificultades económicas, la cultura florece en los rincones más inesperados. La música, el arte y la exploración del patrimonio cultural sirio son una manifestación de resistencia frente a la adversidad. Sinjab observa con asombro cómo una nueva generación de sirios, marcada por la guerra, encuentra consuelo y expresión en las formas culturales, que parecen estar protegidas de la brutalidad que asola el país.

Sin embargo, esta aparente efervescencia cultural no puede ocultar el profundo resentimiento que sienten muchos sirios hacia los ocupantes extranjeros que pululan por el país. La presencia de musulmanes chiítas traídos por Irán para consolidar su influencia en Siria es motivo de particular ira entre los suníes, la mayoría religiosa del país. El ataque israelí a personal militar iraní en Damasco, que resultó en la destrucción de la sección consular de la Embajada iraní, intensificó aún más las tensiones y la sensación de ocupación extranjera.

Los rusos, también, son objeto de desconfianza y resentimiento por parte de muchos sirios. Aunque su presencia se ha reducido desde la invasión de Ucrania, su influencia en Siria sigue siendo significativa, lo que genera inquietud y descontento entre la población local.

En este panorama tumultuoso, la élite gobernante de Siria deposita sus esperanzas en un nuevo actor: Arabia Saudita. Después de años de hostilidad, el gobierno sirio ve con optimismo la posibilidad de un renacimiento de las relaciones con el reino saudita, en un intento desesperado por obtener el apoyo financiero necesario para reconstruir un país devastado por la guerra y al borde del colapso económico.

Pero este optimismo está lejos de ser compartido por la población común, que enfrenta una realidad desoladora de pobreza y desesperación. Las contradicciones entre la opulencia de algunos y la miseria de muchos son evidentes en las calles de Siria, donde la vida cotidiana transcurre entre la lucha por la supervivencia y los intentos de preservar la normalidad en medio del caos.

El relato de Sinjab es un testimonio conmovedor de la resistencia y la resiliencia del pueblo sirio en tiempos de adversidad. A pesar de las profundas divisiones políticas y sociales que afligen al país, la esperanza persiste en la voluntad de la gente de seguir adelante, encontrar consuelo en su rica herencia cultural y mantener viva la llama de la esperanza para las generaciones futuras. En palabras de un sirio citado por Sinjab, «Desapareceremos, pero las canciones transmitirán nuestras historias y nuestra cultura a las generaciones venideras», una poderosa declaración de la indomable esencia del espíritu humano incluso en los momentos más oscuros de la historia.

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