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Estudio revela vínculo entre alimentos ultraprocesados y mayor riesgo de enfermedad cardiometabólica en niños

Se ha demostrado que consumir en exceso ultraprocesados puede tener efectos negativos para la salud. De hecho, se ha señalado que estos productos pueden ser adictivos.

Un estudio realizado en España encontró que un alto consumo de alimentos ultraprocesados durante la infancia está asociado con una peor salud cardiometabólica. Esto significa que estos productos pueden aumentar el riesgo de sufrir infarto de miocardio, ataque cerebrovascular y diabetes en la edad adulta.

El estudio fue llevado a cabo por un equipo de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira i Virgili (URV), en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) y el Centro de Investigación en Red Fisiopatología y Nutrición (CIBEROBN) en España.

Fue un estudio observacional en niños y niñas de 3 a 6 años, cuyos resultados principales se han publicado en la revista JAMA Network Open.

Anteriormente, otros estudios en adultos ya habían revelado que el consumo de ultraprocesados podía ser un factor contribuyente a la obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y la mortalidad por todas las causas. Sin embargo, los investigadores españoles consideraron que la evidencia epidemiológica sobre el impacto en niños era limitada y controvertida.

Reconocieron que los alimentos ultraprocesados suelen ser ricos en grasas saturadas, azúcares, sal, aditivos y contaminantes, pero pobres en nutrientes. Productos como bollería (bizcochos, magdalenas, rosquillas, pasteles, mantecados), refrescos, batidos y snacks son comunes en la alimentación infantil.

El estudio evaluó el consumo de estos productos en más de 1,500 niños y niñas de 3 a 6 años de diferentes ciudades (Reus, Córdoba, Santiago de Compostela, Navarra, Valencia, Barcelona y Zaragoza), que forman parte del estudio multicéntrico CORALS.

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Los resultados mostraron que los niños que consumían más alimentos ultraprocesados presentaban mayores índices de masa corporal, circunferencia de la cintura, índice de masa de grasa y niveles de azúcar en sangre. Además, tenían niveles más bajos de colesterol HDL (considerado colesterol bueno) en sangre.

Nancy Babio, investigadora principal del estudio, advirtió: “Los datos que hemos obtenido son motivo de preocupación” y agregó que “aunque la magnitud de las asociaciones podría considerarse de relevancia clínica limitada, en nuestro estudio participaron niños muy pequeños y, sin embargo, se observó una relación significativa entre su consumo y estos parámetros”.

Para el equipo investigador, los resultados deben tomarse como un aviso prematuro de lo que puede ocurrir en el futuro. “Es esencial reconocer la importancia de los hábitos alimenticios tempranos y sus implicancias futuras en la salud cardiometabólica”, resaltó Babio.

También se señaló que el acceso a la educación y la situación socioeconómica de las familias son determinantes sociales que influyen.

Se encontró que los hijos de madres con menor nivel educativo o socioeconómico consumían generalmente una mayor cantidad de alimentos ultraprocesados, lo que los hace susceptibles a problemas de salud en el futuro.

Para proteger a la población infantil, el equipo de investigación sugirió recomendaciones. Jordi Salas-Salvadó, director del grupo, consideró que, tras conocerse los resultados, “deberían establecerse políticas de salud pública especialmente enfocadas en poblaciones vulnerables”. También se debería fomentar la sustitución de alimentos ultraprocesados por opciones más saludables como productos no procesados o mínimamente procesados.

Una cuestión es que los alimentos ultraprocesados han entrado en la dieta humana por su alta disponibilidad, asequibilidad y bajo precio. Esto los hace muy consumidos especialmente entre niños, adolescentes y sus familias, especialmente las más vulnerables desde el punto de vista socioeconómico y educativo, donde la obesidad es más frecuente.

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En diálogo, Ángela Nakab, médica especialista en pediatría y adolescencia y miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, valoró los resultados del estudio desarrollado en España. “La ingesta de ultraprocesados se ha correlacionado con mayor peso, niveles de glucosa en plasma más altos, entre otros hallazgos. Esto aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiometabólicas en la vida”.

En algunos países, como Colombia, México y Argentina, ya existen normas con etiquetas de advertencia que ayudan a disminuir el consumo de ultraprocesados para prevenir enfermedades. También fomentan la creación de espacios más seguros en cuanto a la exposición a la publicidad nociva. Estas medidas forman parte de políticas de salud pública, afirmó Nakab.

El año pasado, otro estudio sobre el problema se realizó en Argentina por investigadores del CESNI, Conicet, la Universidad de Antioquía en Colombia, y el Centro de Investigación Epidemiológica en Nutrición y Salud de la Universidad de San Pablo en Brasil. Fue publicado en la revista Public Health Nutrition.

Argentina es uno de los países con más consumo per cápita de ultraprocesados en América Latina. Los investigadores encontraron que los ultraprocesados representaban más de una cuarta parte de la ingesta total de energía: 27% en los niños, 31% en los adolescentes y 26% en las mujeres incluidas en el estudio.

En todos los grupos de edad, los principales productos ultraprocesados eran galletitas y bollería (como facturas), gaseosas, dulces y jugos. También se observó que a mayor consumo de estos alimentos, se ingería menos cantidad de verduras frescas, frutas frescas y legumbres.

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