Las diferencias fisiológicas entre mujeres y hombres son abundantes y notables. La menstruación, el embarazo y la menopausia son etapas distintivas que revelan la complejidad de la fisiología femenina. La menopausia, que ocurre en promedio alrededor de los 50 años, marca el cierre de la etapa reproductiva y viene acompañada de una serie de efectos secundarios que pueden ser abordados con el entrenamiento de fuerza.
Menopausia: el fin de una etapa y el surgimiento de efectos secundarios
La menopausia implica cambios significativos en la mujer. Durante este periodo, se produce una disrupción hormonal considerable que conlleva la pérdida de masa ósea y la aceleración de la pérdida muscular. Lo que podría parecer simplemente el cese de la menstruación desde afuera, es en realidad un proceso mucho más complejo desde adentro.
La menopausia se define técnicamente como la ausencia de menstruación durante 12 meses consecutivos de manera natural. Si este proceso ocurre por otras razones fisiológicas o médicas, se considera algo diferente. Por ejemplo, las mujeres jóvenes pueden experimentar la ausencia de menstruación durante meses.
El fin de la etapa reproductiva no ocurre de la noche a la mañana, sino que comienza con la perimenopausia, que puede durar desde meses hasta varios años. Cada mujer atraviesa la menopausia a su propio ritmo, aunque en promedio se sitúa alrededor de los 50 años, con una ventana que se abre desde los 40 hasta los 50 años.
La edad exacta de la menopausia varía según el país, el origen étnico y otros factores. Sin embargo, podemos afirmar que, considerando la edad media de la menopausia y el período previo (perimenopausia) en el que comienzan los efectos secundarios fisiológicos, los 40 años son la clave para controlar el cese de la etapa reproductiva una vez alcanzada.
¿Cuáles son los efectos secundarios de la menopausia?
La menopausia cuenta con varios efectos en la mujer, como la pérdida de densidad mineral ósea, lo que aumenta la susceptibilidad a la osteoporosis. Durante este proceso, también se acelera significativamente la pérdida de masa muscular y las reservas de grasa de la mujer se desplazan del abdomen a las piernas y las caderas.
A estos cambios en la composición corporal se suman los sudores nocturnos, los trastornos del sueño, los cambios de humor y otros síntomas que forman una larga lista. Mientras que algunas mujeres apenas notarán estos cambios, para otras pueden ser extremadamente difíciles.
Fuerza, fuerza y más fuerza para combatir los efectos de la menopausia
Si bien existen diversos tratamientos farmacológicos para ayudar durante la menopausia, el entrenamiento de fuerza representa una «pastilla» sin efectos secundarios que ha demostrado prevenir algunos de estos efectos y aliviar otros. Si bien el ejercicio de fuerza es beneficioso a lo largo de toda la vida, a partir de los 40 años se vuelve crucial, y al llegar a los 50 años, con la menopausia, se convierte en algo fundamental para las mujeres.
El entrenamiento de fuerza se ha revelado como una alternativa efectiva para contrarrestar los síntomas de la perimenopausia y la menopausia mencionados anteriormente. Ayuda a reducir la frecuencia de los sofocos, previene la pérdida ósea (y el riesgo de fracturas) y, por supuesto, mantiene o aumenta la masa muscular.
Por lo tanto, si eres una mujer sedentaria y has superado los 40 años, el entrenamiento de fuerza deja de ser solo una recomendación para convertirse casi en una obligación.
Si tienes menos de 40 años, el ejercicio de fuerza actúa como una inversión para enfrentar la menopausia en el futuro, aprovechando la acumulación de masa muscular y ósea. Por otro lado, si ya has superado los 50 años, las sesiones de fuerza se convierten en tu mejor aliado para enfrentar la menopausia y otras etapas posteriores, alejando la fragilidad y mejorando tu calidad de vida.
