
La Iglesia Católica de Nicaragua Sufre Asfixia Financiera
En los momentos más críticos de la represión en 2018, el gobierno de Daniel Ortega afirmó haber encontrado armas en diversas iglesias católicas. Cinco años después, las armas nunca fueron presentadas. En mayo pasado, la Policía sandinista anunció la detección de «actos ilícitos en el manejo de fondos y recursos de cuentas bancarias» de varias diócesis, acusando a la Iglesia de lavado de dinero. Sin embargo, seis meses después, no se ha presentado el dinero ni se ha informado sobre avances en las supuestas investigaciones.
Este congelamiento de cuentas es parte de una amplia campaña del régimen contra la Iglesia, que incluye arrestos de sacerdotes, como el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, condenado a 26 años de prisión sin juicio. Recientemente, el obispo de Siuna, monseñor Isidoro Mora Ortega, fue detenido, siendo el segundo obispo tras Álvarez. Además, la diócesis de Estelí está actualmente «sede vacante», y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, se encuentra en el exilio desde abril de 2019.
A pesar de las acusaciones y el congelamiento de cuentas, no se ha presentado evidencia del presunto lavado de dinero. Las cuentas bloqueadas incluyen el Fondo de Jubilación Sacerdotal, afectando a sacerdotes ancianos que recibían una ayuda mensual. Aunque la Iglesia continúa su labor pastoral, proyectos de infraestructura han sido suspendidos, y algunos empleados han tenido que trabajar como voluntarios.
El régimen de Ortega también cerró instituciones católicas y prohibió procesiones tradicionales, mostrando un persistente hostigamiento contra la Iglesia. La situación evidencia la asfixia económica del régimen contra la Iglesia católica de Nicaragua. Mientras la feligresía continúa apoyando a sus párrocos, el gobierno de Ortega persiste en ataques verbales y represión, dejando a la Iglesia en una situación delicada en medio de la temporada navideña