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Desarrollan un Polímero Innovador que se Desintegra Naturalmente al Final de su Vida Útil

Desarrollan un Polímero Innovador que se Desintegra Naturalmente al Final de su Vida Útil

Un reciente avance científico ha puesto sobre la mesa una posible solución al grave problema de la contaminación por plásticos. Un equipo internacional de investigadores ha diseñado un material revolucionario que promete abordar la creciente preocupación ambiental: el «plástico vivo». Este polímero, descrito en un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, es un tipo de poliuretano termoplástico blando con la capacidad única de biodegradarse al final de su ciclo de vida.

El término «plástico vivo» deriva de su característica distintiva: la inclusión de esporas bacterianas de una cepa específica de Bacillus subtilis. Esta bacteria, comúnmente encontrada en el suelo, se activa al entrar en contacto con los nutrientes presentes en el compost, lo que desencadena su proceso de descomposición del plástico.

El profesor Jon Pokorski, de la Universidad de California en San Diego, explica que esta propiedad es inherente a las bacterias utilizadas en el estudio. Las esporas bacterianas fueron seleccionadas debido a su resistencia a condiciones ambientales adversas, lo que les permite sobrevivir incluso en entornos hostiles.

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Para fabricar este innovador plástico biodegradable, los investigadores combinaron las esporas de Bacillus subtilis con gránulos de poliuretano termoplástico en una máquina de prensado. Este proceso de fusión tuvo lugar a una temperatura de 135 grados Celsius. Posteriormente, evaluaron la biodegradabilidad del material resultante colocándolo en un ambiente de compost biológicamente activo a una temperatura de 37 grados Celsius y una humedad relativa del 44 al 55 %.

Los resultados fueron prometedores: después de cinco meses, el material se había biodegradado en un 90 %. Este alto nivel de descomposición es un hito significativo en la búsqueda de alternativas sostenibles a los plásticos convencionales.

Una de las ventajas clave de este nuevo plástico es su capacidad para desintegrarse incluso en ausencia de microorganismos adicionales. Esto significa que, incluso si no se dispone de instalaciones de compostaje adecuadas, el material puede degradarse de manera efectiva por sí solo, lo que lo hace aún más viable desde el punto de vista ambiental.

Los investigadores también señalan que las esporas bacterianas persistentes en el material degradado probablemente sean inofensivas. Bacillus subtilis es una cepa comúnmente utilizada en probióticos y se considera generalmente segura para humanos, animales y plantas.

Adam Feist, otro de los autores del estudio, destaca el proceso de evolución celular llevado a cabo para lograr una cepa bacteriana optimizada capaz de soportar las altas temperaturas requeridas durante la producción de polímeros. Este enfoque innovador en la ingeniería de microorganismos ha sido fundamental para el desarrollo exitoso de este plástico biodegradable.

Aunque el estudio se ha centrado principalmente en la producción a pequeña escala en el laboratorio, los investigadores están trabajando activamente en la optimización del proceso para una eventual producción a gran escala. La capacidad de fabricar este plástico a nivel industrial podría marcar un punto de inflexión en la lucha contra la contaminación por plásticos, ofreciendo una alternativa viable y sostenible a los materiales convencionales.

El potencial impacto positivo de este desarrollo es enorme. La creación de un plástico que se desintegra naturalmente al final de su vida útil podría reducir significativamente la acumulación de desechos plásticos en el medio ambiente, mitigando así los impactos negativos en los ecosistemas terrestres y acuáticos.

Además de su impacto ambiental, este nuevo material también podría tener importantes implicaciones económicas y sociales. La demanda de alternativas sostenibles a los plásticos convencionales está en aumento, y la disponibilidad de un polímero biodegradable como el «plástico vivo» podría generar nuevas oportunidades en sectores como la fabricación, el embalaje y la construcción.

Sin embargo, a pesar de los avances prometedores, aún quedan desafíos por superar. Es necesario realizar más investigaciones para comprender completamente los efectos a largo plazo de este plástico en el medio ambiente y en la salud humana. Además, se requiere una inversión significativa en infraestructura y tecnología para llevar a cabo la producción a gran escala de manera efectiva y eficiente.

El desarrollo y la adopción de alternativas sostenibles al plástico convencional requieren un enfoque integral que involucre a científicos, ingenieros, legisladores, empresas y consumidores. Solo mediante una colaboración coordinada y un compromiso compartido con la sostenibilidad podemos abordar de manera efectiva el problema global de la contaminación por plásticos y trabajar hacia un futuro más limpio y saludable para nuestro planeta y las generaciones futuras.

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