El Plan Secreto de Suecia para Desarrollar una Bomba Atómica y su Decisión de Desistir
Una Historia Completa
En la narrativa de la historia moderna, Suecia emerge como un país aparentemente pacífico y neutral, con una larga tradición de no participación en conflictos armados desde 1814. Sin embargo, tras los escombros de la Segunda Guerra Mundial, este país nórdico se encontró enfrentando una realidad estratégica compleja y desafiante. Durante más de dos décadas, Suecia mantuvo un proyecto secreto para dotar a su ejército con una de las armas más temidas: la bomba atómica. Este es el relato de cómo Suecia navegó por aguas peligrosas en busca de seguridad y cómo, finalmente, optó por el desarme nuclear.
Después de presenciar los horrores de los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki en 1945, Suecia se enfrentó a una nueva realidad geopolítica. Con la creciente amenaza de la Unión Soviética en su vecindario, los líderes suecos se vieron obligados a reconsiderar su tradicional política de neutralidad. El establecimiento del Instituto de Investigación para la Defensa Nacional de Suecia (FOA) marcó el inicio de un período de reflexión estratégica profunda.
Fue en este contexto que el comandante militar supremo sueco encargó al FOA un informe secreto sobre la viabilidad de desarrollar armas nucleares. La idea de una «neutralidad armada» comenzó a tomar forma, con la creencia de que la posesión de armas nucleares tácticas podría disuadir cualquier intento de agresión por parte de la Unión Soviética. Suecia, con sus recursos naturales y su infraestructura sólida, se vio a sí misma como un objetivo vulnerable en un mundo cada vez más volátil.
(Lee Ultimas: El uso de Fósforo Blanco en Conflictos Armados).
El proyecto nuclear sueco se puso en marcha con la ambición de producir plutonio utilizando uranio sueco en reactores nucleares locales. El plan, conocido como «la línea sueca», implicaba la construcción de dos reactores, Ågesta y Marviken, con el objetivo de producir hasta 100 armas tácticas. Sin embargo, la falta de suministros de uranio de alta calidad y la necesidad de mantener el secreto dificultaron el progreso del programa.
El secretismo que rodeaba al programa nuclear sueco se vio amenazado cuando el comandante en jefe sueco reveló su existencia en 1954. A partir de entonces, el debate público sobre la legitimidad y la ética de poseer armas nucleares se intensificó. Grupos como la Federación de Mujeres Social Demócratas y el Grupo de Acción contra las Armas Nucleares Suecas jugaron un papel crucial en la oposición al programa, argumentando que las armas nucleares no aumentarían la seguridad de Suecia y podrían convertirla en un objetivo.
A medida que avanzaba la década de 1960, el apoyo público a las armas nucleares disminuyó y la presión internacional contra la proliferación nuclear aumentó. Suecia se encontró cada vez más vinculada a los esfuerzos internacionales para frenar la propagación de armas nucleares. Bajo la dirección política de figuras como Alva Myrdal, Suecia finalmente decidió abandonar sus planes nucleares y firmar el Tratado de No Proliferación en 1968.
La experiencia de Suecia con su programa nuclear ofrece importantes lecciones para el mundo moderno. La complejidad técnica y política involucrada en la adquisición de armas nucleares subraya la necesidad de un debate público informado y la consideración de las implicaciones éticas y estratégicas. Además, la historia de Suecia destaca los desafíos y las limitaciones de la producción independiente de armas nucleares, así como la importancia de la cooperación internacional en materia de desarme nuclear.
La historia del programa nuclear sueco es un testimonio del poder de la deliberación pública y la acción política en la determinación del destino de una nación. Desde sus primeros pasos en la búsqueda de seguridad hasta su decisión final de desistir de las armas nucleares, Suecia ha demostrado al mundo que incluso en tiempos de incertidumbre y conflicto, el camino hacia la paz y la seguridad puede estar marcado por la sabiduría y la prudencia.
